El Vaticano y el Papa declaran la "guerra tecnológica" a Justin Bieber

Foto: justinbieberargentina.net

El diario del Vaticano, donde se deben de aburrir mucho en su redacción, se dedicó a comparar la repercusión del primer tuit del Papa Benedicto XVI con otro del cantante adolescente Justin Bieber, llegando a la "feliz" conclusión de que el sumo pontífice supera en popularidad al artista, no se si debería felicitarle por twitter, ah no, que no tengo.
En este diario, que voy a buscar mañana en el kiosco a ver si lo tienen, ya que cuenta cosas muy graciosas, aseguran que los más de dos millones de seguidores del Papa, en esta red social, son más que los 31 millones que siguen a la joven estrella. ¿Y en qué se basan para decir esto?. Pues dicho periódico tomó como referencia el número de 'followers' que retuitearon el primer mensaje del Papa, frente a los que retuitearon un mensaje de Bieber (en concreto uno del cantante sobre la muerte de una pequeña fan de seis años debido a un cáncer). Este último fue retuiteado por el 1% de los seguidores del cantante, una cantidad menor que el porcentaje de seguidores que retuiteó el primer mensaje de Benedicto, y se quedan tan a gusto.

Mi opinión personal sobre este "escabroso" asunto tiene dos vertientes; la primera es que me importan los seguidores que puedan tener ambos, lo mismo que me importa si el presidente del gobierno hace bien de vientre, o sea, una mierda.
La segunda es, que con la situación que hay en el mundo, con todos sus problemas, con la guerras, con la gente que no tiene hogar, con los millones de personas que pasan hambre.... Y la Iglesia se preocupa de la popularidad que tiene el Papa. ¿A qué están jugando? ¿Nos toman por tontos? de verdad que me da repugnancia.

Yo no sé si habrá un Dios, quiero creer que sí, pero lo que está claro que por cosas como esta cada vez somos más los que no nos creemos una palabra de la Iglesia. Obviamente también estoy seguro que dentro de ella hay gente válida y que trata de ayudar, pero hay muchas manzanas podridas dentro de ese cesto, y me temo que eso no tiene ya ningún remedio.

Jesús M. Moreno